sábado, 23 de noviembre de 2013

Felipe IV





Felipe IV

Nadie más cortesano ni pulido 
que nuestro Rey Felipe, que Dios guarde, 
siempre de negro hasta los pies vestido. 

Es pálida su tez como la tarde, 
cansado el oro de su pelo undoso, 
y de sus ojos, el azul, cobarde. 

Sobre su augusto pecho generoso, 
ni joyeles perturban ni cadenas 
el negro terciopelo silencioso. 

Y, en vez de cetro real, sostiene apenas 
con desmayo galán un guante de ante 
la blanca mano de azuladas venas.