jueves, 26 de noviembre de 2009
Canto de Polifemo
Árbitro de montañas y ribera,
Aliento dio, en la cumbre de la roca,
A los albogues que agregó la cera,
El prodigioso fuelle de su boca;
La Ninfa los oyó, y ser más quisiera
Breve flor, yerba humilde y tierra poca,
Que de su nuevo tronco vid lasciva,
Muerta de amor, y de temor no viva.
Mas —cristalinos pámpanos sus brazos—
Amor la implica, si el temor la anuda,
Al infelice olmo, que pedazos
La segur de los celos hará, aguda.
Las cavernas en tanto, los ribazos
Que ha prevenido la zampoña ruda,
El trueno de la voz fulminó luego:
Referillo, Piérides, os ruego.
«¡Oh bella Galatea, más süave
Que los claveles que tronchó la aurora;
Blanca más que las plumas de aquel ave
Que dulce muere y en las aguas mora;
Igual en pompa al pájaro que, grave,
Su manto azul de tantos ojos dora
Cuantas el celestial zafiro estrellas!
¡Oh tú, que en dos incluyes las más bellas!